Los días fueron pasando, el curso acabó y ahora les esperaba una larga semana...
Aquella semana empezaba la escuela de verano para los más pequeños, con el tiempo habían conseguido que más alumnos y profesores se unieran al asunto, Marina al final también acabó dentro del grupo después de que Roque hablara con ella en privado. Aquel día se levantaron temprano, ya que tenían que estar antes para preparar todas las cosas para que los niños estuvieran cómodos, se llevaron a Darío con ellos así él jugaría con otros niños y se lo pasaría genial.
Entraron en la escuela y ya estaban Ruth y Clara Olimpia dejó a Darío con Martín y ayudó a las dos a poner las cosas en orden ya que sólo faltaba una hora para que los niños entraran. Se habían distribuido los niños en tres grupos que ocuparían tres aulas diferentes. De dos a cuatro años estarían con Ruth y Clara en la clase de segundo B, ya habían preparado la estancia con mesas y sillas pequeñas, un montón de juguetes y una estantería llena de libros con dibujos. Olimpia y Martín se harían cargo de los medianos, entre cinco y siete años, para ellos tenían el gimnasio, ya que eran más y estarían mas amplios, y por último Roque y Marina con los más grandes, que estarían en el aula de arte haciendo talleres. A parte otros profesores se habían apuntado para darles clases de gimnasia, de baile, un pequeño campus de fútbol, y algunos de los alumnos, como Julio, Gorka, Cabano, Paula, Yoli y Fer se habían apuntado a ayudar. Poco a poco llegaron todos y hacia las nueve de la mañana llegaron los niños. Algunos lloraban, otros entraban corriendo y se dirigían al grupo de amigos que ya tenían allí, otros se quedaban en la puerta con cara de asustados y tenían que ayudarles a entrar.
Olimpia, que volvía del lavabo en aquel momento, vio a una persona extrañamente familiar, ya que nunca la había visto antes, que se quedó mirándola sin decirle nada. La chica debería tener unos veintidós años como mucho y acompañaba a una niña de unos cinco, morena con el pelo rizado y ojos verdes. Aquella niña era preciosa, le recordaba a ella cuando era pequeña. La chica se negó algo para sí misma y marchó dejando a la pequeña dentro de la escuela.Olimpia sin dudarlo se acercó a la niña.
Olimpia: Hola pequeñaja, ¿cómo te llamas?
Niña: Sonsoles, Sonsoles de Soto.
Olimpia se quedó un tanto pensativa. De Soto, como aquel tal Gonzalo de sus recuerdos.
Olimpia: Cuántos años tienes?
Sonsoles: Cinco señorita.
Olimpia: Muy bien Sonsoles, yo soy Olimpia y seré tu profesora.
Sonsoles: Vale, ¿sabe qué señorita?
Olimpia: Dime.
Sonsoles: Usted se parece mucho a mi mami.
Olimpia: ¿A la chica que te trajo?
Sonsoles: No, esa es mi hermana, Paula, vivo con ella y con mi tía Caye y mi primo Mateo desde que mis padres se fueron... (Se entristeció)
Olimpia: ¿Se fueron?
Sonsoles: Sí, al cielo...
Olimpia puso cara triste.
Olimpia: Bueno, seguro que aunque esté en el cielo estará muy cerca de ti.
Sonsoles: Seguro que sí. (Sonrió) ¿Y ves a ese? (Señalando a Martín) Es igual que mi papá.
Olimpia: Él es Martín, tu otro profesor. Anda, entra a la clase a jugar con tus compañeros.
En aquel momento Olimpia recordó algo, era el mismo recuerdo de siempre, aquel coche, con aquél hombre, Gonzalo, sólo que ahora veía quién era. Se quedó helada sin poder moverse, sin poder pensar una reacción adecuada para lo que estaba viviendo, ¡Gonzalo era Martín! Entonces miró a Sonsoles y se vio a ella de niña aunque con ciertos toques de Martín. Una lágrima le recorrió la mejilla y abrazó a la pequeña. Martín observaba la escena y se dirigió hacia ellas.
Martín: ¿Oli pasa algo?
Olimpia lo miró con los ojos hinchados y llenos de lágrimas. Se levantó, ya que al abrazar a la niña se había agachado y le cogió la mano.
Olimpia: No pasa nada, tranquilo. (Secándose una lágrima que le caía)
Martín: Nada no mujer, estás llorando, así que nada no es.
Olimpia: Martín déjalo, no es nada importante.
Martín: (Acariciándole la cara) Sabes que me lo puedes contar todo.
Olimpia: Lo sé. (Le dio un beso en la mejilla) Martín quédate con ella, voy al baño a lavarme la cara.
Martín: Vale, pero vuelve...
Olimpia: Claro que sí tonto.
Olimpia se dirigió a los baños de profesores y se encerró en una cabina, allí llamó a Félix.
Félix: ¿Olimpia?
Olimpia: Hola Félix.
Félix: ¿Pasa algo?
Olimpia: No, bueno... Sí, no sé...
Félix: Cuéntamelo, ¿es Martín?
Olimpia: No, no es Martín, bueno en parte sí, pero quiero que me cuentes sobre el accidente, quier saber quién iba conmigo en el coche, y sobre todo, donde está mi bebé.
Félix: Olimpia, dices tonterías, ibas tú sola en el coche y no tenías ningún bebé.
Olimpia: ¡Félix dime la verdad! (Empezó a sollozar) Hoy he recordado cosas...
Félix: ¿Qué?
Olimpia: He recordado el accidente y la vida que tenía antes...
Félix: (Interrumpiéndola) ¿Tu vida de antes? ¡Olimpia! Yo quería contártelo todo...
Olimpia: ¡Félix me has mentido! ¡Eres un...!
La llamada se cortó.
Olimpia: ¿Félix? (Colgó) ¡Mierda!
Martín entró en el baño.
Martín: ¿Todo bien?
Olimpia: Cariño vamos un momento a la sala de profesores...
Martín: Vale, pero tenemos un cuarto de hora máximo, Roque se irá con los grandes.
Olimpia: Vale.
Se dirigieron a la sala que había al final del pasillo y se sentaron en dos sillas.
Olimpia: Martín, yo... Te he mentido acerca de mi pasado...
Martín: ¿En qué sentido?
Olimpia: Yo... Yo, según mis recuerdos, hasta hace unos minutos, sólo recordaba de cuatro años, mas o menos, hasta hoy...
Martín: Olimpia... Yo... Tampoco tengo muchos recuerdos de mi vida... Hace cuatro o cinco años me desperté en una camilla de hospital, he tenido que montarme mi propia vida hasta ahora sin ayuda de nadie...
Olimpia: ¿Pero no recuerdas nada?
Martín: No... Tú parece que sí...
Olimpia: Ha sido al ver a esa niña, Sonsoles, me ha recordado al accidente, a mi embarazo, a Gonzalo, a ti...
Martín: ¿A mí?
Olimpia: Sí Martín a ti... En el coche en el que tuve el accidente y la pérdida de memoria había un hombre conmigo, Gonzalo de Soto, él... Él es igual que tú... Es como un reflejo tuyo, sois iguales... Y yo... Yo estaba embarazada de casi ocho meses... Y no sé porqué creo que esa niña es mi hija...
Martín: ¿Sonsoles?
Olimpia: Sí, Sonsoles, no sé porqué pero me lo parece, y su hermana, la chica que la ha traído... Paula... Paula de la Vega...
Martín: ¿De la Vega?
Olimpia: Sí Martín, mi antiguo nombre era Sandra de la Vega...
Martín: En mi accidente... ¡Sandra!
Olimpia: Martín, ¿qué pasa?
Martín: Creo que empiezo a recordar cosas...
En aquél momento el móvil de Olimpia sonó, era un mensaje, Olimpia lo cogió y lo leyó, era de Félix:
"Olimpia sé que te debo muchas explicaciones, te espero en media hora en el párking que está al lado de casa de tu madre. Te lo contaré todo."